Coming of age entre muertos vivientes

Aunque quedarían 5 años para ser puristas en cuanto al título, dejamos pasar esta pequeña licencia a Danny Boyle en su consecución, que no secuela, de 28 días después donde los zombies han tomado control de gran bretaña y los no infectados sobreviven como pueden aislados e ignorados por el resto del mundo.



El film arranca con la imagen más terrorífica que puedas imaginar, un video de los teletubbies, ¿toda una declaración de intenciones? Quizás se podría aludir a la alienación de las pantallas, pero creo que dicha profundidad no es el quid de la cuestión en este film. En todo caso, un excelente inicio para lo que se pretende sea la primera de tres entregas vivida a través de los ojos de un joven vehiculador. En esta primera entrega, la guerra, el aislamiento entre las personas y la búsqueda de la verdad.

 

La lucha por la supervivencia lleva consigo una vuelta al mundo sin tecnología para los habitantes del país anglosajón, en esta tesitura cada uno intenta rehacer su comunidad como buenamente puede. En una pequeña isla cercana a la grande vive el protagonista, Spike de 12 años de edad, en este pueblo costero tradicional viven bastante tranquilos, protegidos por las mareas, pero ha llegado la hora para que se haga un hombre y mate su primer zombie. Su experiencia no será la que todos esperan, aunque sí reveladora. El conocer una realidad distinta y unas nuevas fronteras cambiará su forma de percibir su pequeña sociedad y lo más importante planteársela. A parte de escenas de persecuciones, muertes atroces y vísceras por doquier, de eso va la película.  





El hacerse adulto conlleva mucho más que aceptar las normas que te rodean, sobre todo cuando encuentras rendijas morales en el caso que nos ocupa, y empoderarte es un paso natural -que no usual-. Esta motivación llevará al joven a aventurarse en la búsqueda de respuestas y ayuda para su madre enferma enfrentándose al máximo peligro que se traduce en adentrarse en zona de infectados. En su devenir encuentra el choque con una persona del “exterior” con su modo de vida incomprensible para él y halla al Dr. Kelson, interpretado shakespearemente por Ralph Fiennes. Estos encuentros determinarán su destino. 



La figura del doctor es la pieza central del film y aporta las escenas más significativas, dramáticamente hablando, ya que en un mundo rodeado de muerte, éste la dignifica y trasciende a su inusitada forma. Así pues, conocimiento, aprendizaje y aceptación de la condición humana se juntan en una película de muertos vivientes, nada baladí, empero, nos quedan más entregas y habrá que ver qué caminos quedan por recorrer.





Boyle parece haber resurgido de sus cenizas y sin perder su fuelle, nos aporta un filme enérgico (Sansón es un claro ejemplo), inmersivo conceptualmente (intercalar imágenes de archivo de batallas de varias épocas es como poco atrevido) y aunque no sea imprescindible, si se atreve a dar una pequeña vuelta de tuerca al género. Veámos que nos depara.