Las revolucionarias del 6º piso
Las chicas de la sexta planta (2010, Philippe Le Guay)

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Original

          No son novedosas las historias sobre cómo alguien de clase alta se da cuenta de cómo viven los de clase baja y termina simpatizando con éstos.  Pero esto no implica que la película no sea original, pues a pesar de contar con un tópico como base, añade pequeños detalles que hacen que sea más llevadera de lo que no hubiera podido ser.

          Les femmes du 6ème étage tiene como aliciente que el personaje de Fabrice Lucini (Potiche) no solo siente curiosidad hacia las criadas de su edificio por llevar un estilo de vida completamente diferente al suyo, si no que, además de la atracción sexual hacia su nueva criada interpretada por Natalia Verbeke (Doctor Mateo), también conocerá detalles de la cultura española de la década en que transcurre la película, los sesenta.

 

         Las diferencias culturales se suman a las sociales, haciendo que la simple historia de un accionista que nunca se ha sentido libre y que, poco a poco, va aburriéndose de su vida tenga más riqueza con los personajes de las criadas que dan título a la película. Entre ellas están Carmen Maura (Volver, 2006) y Lola Dueñas (Mar adentro, 2004), mujeres almodovarianas que junto a las demás le dan un gran toque de naturalidad a la cinta y agrandan el contraste con la señora de la casa, Sandrine Kiberlain (Les infidèles, 2012).

          El punto de vista del espectador es algo a tener en cuenta, ya que siempre se verá más cercana una historia cuando son nuestros compatriotas los que lo pasan mal (a ratos) en un país extranjero durante los años de una dictadura. Aún así, es de agradecer que esto solamente sea un contexto y no se abuse de ello (sobre todo teniendo en cuenta que el guión también es francés), aunque eso traiga lastres como pequeñas incoherencias entre la comunidad de origen de algunas de las criadas y sus dominios sobre cocina o canto de otras ciudades.

          Algo que Les femmes du 6ème étage también tiene a favor es que, aunque contiene partes que tantas películas convencionales poseen, como ese momento en que los protagonistas pelean para después reconciliarse, aquí se omite esa parte en la recta final, la cual tiene un toque más realista en lugar de la aborrecida resolución de la mayoría de films sobre romances.

 

         En resumen, no es un título imprescindible; pero, si se pasan por alto sus estereotipos y clichés, puede disfrutarse ya que la historia es simple y procura no marear con demasiadas moralejas.



Por Iban Granero