Volver a picar
The Amazing Spider-man (2012, Mark Webb)

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Original

          Nadie mejor que la industria americana para carecer de cualquier escrúpulo a la hora de decidir que si una fórmula ha dejado de funcionar, no hay nada más fácil que volver a empezar de cero. Ya lo habíamos visto recientemente con Hulk (la de Ang Lee parece que no convenció y lo volvieron a intentar con Louis Leterrier) y con Batman, de la que pronto tendremos la tercera entrega (con el mismo equipo, a diferencia de su saga predecesora iniciada por Tim Burton). Pues bien, que no sea por rizar el rizo pero ha llegado la nueva versión del Hombre-araña, nuestro héroe neoyorquino por excelencia.


            Distan tan sólo cinco años de la última entrega firmada por Sam Raimi (Drag me to hell, 2009) y sin que, a mi parecer, sea un tiempo de luto suficiente, esta nueva inmersión en Spider-man dirigida por el "principiante" Mark Webb (éste es su segundo largometraje para la gran pantalla junto con (500) Days of summer estrenada en el 2009) pasa satisfactoriamente el examen. Ha tenido el gran acierto de no modificar significativamente el cómic original y evitar tanto las críticas, como la inherente decepción de sus fans; asímismo, le ha otorgado a su protagonista más entereza, credibilidad y, por encima de todo, más oscuridad; y por si esto último fuera poco, ha sido capaz de crear una gran tensión y espectacularidad sin necesidad de complejos argumentos,  titánicos escenarios o pretenciosos efectos especiales.


           Por supuesto, no estamos ante una gran obra maestra del séptimo arte, pero tampoco ante una película simplemente palomitera, la elección misma de los actores refuerza dicha afirmación. Hay una ausencia notable de grandes estrellas de Hollywood, y cuando digo Hollywood me refiero al que sólo parece importarle el símbolo del dólar; por contra, el film está repleto de grandes actores, recuperando a más de uno del olvido: Martin Sheen (The way, 2010), Sally Field (Mrs. Doubtfire, 1993), Rhys Ifans (Anonymous, 2011), Denis Leary (El secreto de Thomas Crown, 1999), C. Thomas Howell (Hidalgo, 2004) o Campbell Scott (Solteros, 1992) son algunas de las aportaciones artísticas del film que le dan ese toque sencillo y sin pretenciones que la define.


          Es probable que el hecho de estar tan "reciente" la otra saga y tener que volver a ver los inicios del personaje con el instituto, la picadura, el aprendizaje y etc, pueda hacer que el espectador prefiera decantarse por otra película, es totalmente comprensible. Sin embargo, si segundas partes no siempre fueron malas, segundas sagas no tienen porqué serlo, y, tanto si eres fan de la araña humana en mallas como si no, tendrás la oportunidad de meterte en la piel de un héroe, algo que sólo podemos conseguir en una sala de cine.



Por Silvia García Palacios