Comedia nacional que no nos trata como a estúpidos
Lobos de Arga (2011, Juan Martínez Moreno)

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Original


          Con miedo a que, tras el éxito de cintas como “Fuga de cerebros”, el panorama del cine de comedia español beba más del de Estados Unidos, Lobos de Arga es una pequeña sorpresa. A pesar de proyectarse en Sitges hace casi nueve meses, la película apenas a causado expectación ni promete ser una de las comedias del año.


          Pese a ello, Lobos de Arga tiene la característica de no ser ambiciosa y ser simplemente lo que necesita ser: una comedia de acción con toques de serie B y sin humor forzado, pocas caídas y golpes tontos, bromas sobre sexo, o referencias sin gracia a títulos de hace treinta años. Con un curioso prólogo que resume lo esencial para comprender la historia y que, a su vez, burla ligeramente las leyendas sobre maldiciones y sus incoherencias, la historia está dividida en tres correctos actos y solamente contiene un par de escenas prescindibles en las que se intenta, sin conseguirlo, asustar al espectador.



          Lobos transcurre completamente en el pequeño pueblo de Arga y se aprovecha de ello para parodiar, pero sin exceso, a los típicos pueblecitos en los cuales uno apenas se siente acogido por sus habitantes. Los personajes van y vienen por los escenarios como si cada uno estuviese al lado del otro. Aún así, las localizaciones rurales y aisladas de la urbe consiguen su propósito.


          Respecto a los efectos especiales, se agradece el nulo abuso de los efectos generados por ordenador. Probablemente esto sea debido a cuestiones de presupuesto, pero es mucho más agradable y creíble un hombre lobo clásico con pelo real en lugar de un ser 100% digital. Lamentablemente, el público está acostumbrado a esto último y ahora el látex provoca sonrisas en los nostálgicos y risas en los menos modestos.



          Gorka Otxoa (Pagafantas, 2009) está como siempre, interpretando el personaje que hemos visto en diversas series y películas. Pero ello no quiere decir que no actúe correctamente, sino que solamente parece no tener más registros, provocando que el personaje principal apenas llegue a interesar. Carlos Areces (Balada triste de trompeta, 2010) vuelve a sorprender pese a carecer de dotes artísticas extraordinarias. Su personaje hace sonreír constantemente y reír a ratos sin forzar. Por último, Secun de la Rosa (Cinco metros cuadrados, 2011. Conocido por la serie de televisión Aída) completa el trío protagonista pero solamente aporta un poco de dinamismo al conjunto.


          Lobos de Arga pasa a formar parte de las comedias nacionales que se pueden ver sin que se trate al espectador de borrego. Quizás por eso pase sin pena ni gloria a pesar de que entretenga lo justo durante cien minutos.



Por Iban Granero