A Roma con amor
To Rome with love (2012, Woody Allen)

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Original

         De un tiempo a esta parte hay una falta importante de buenos films, esos que aunque no destruyan récords de taquilla si contribuyen a la historia del cine. Parece ser que lo bueno conocido está empezando a ser mejor que lo que nos queda por conocer. Y ya lo decía recientemente  Garci durante la rueda de prensa de su último trabajo: “casi prefiero volver a ver mis películas favoritas que ver nuevas”; no en vano es nuestro Woody Allen particular. Aunque fue precisamente Allen el que habló de este sentimiento nostálgico en “Midnight in Paris” para acabar dando el mensaje de que hay que estar donde estás. Sin embargo, lo importante de ambos artistas es que ninguno de ellos decepciona, son dos clásicos y así, como ellos mismos, son sus películas: apuestas seguras en medio de un mar de incertidumbre y desilusión.

         Y en contraposición con este ambiente tan desolador, el director judío más hipocondriaco del mundo vuelve a la carga con una historia coral de pequeños relatos con el amor como eje central e Italia como escenario.

         En “A roma con amor” volvemos a presenciar la partición de la personalidad de Woody Allen y su surrealismo e irónico sentido del humor invaden el metraje de nuevo.  Cuatro son las historias con las que ha elegido vertebrar el film y cuatro las moralejas que se extraen de las mismas; puntos de vista, sensaciones o pensamientos de su director y, más concretamente, acerca de la figura del artista: venderse por dinero, pervertirse por la gran ciudad, deslumbrarse por la fama o la angustia por dejar huella, por ser, de alguna forma, inmortal.

         Con el estilo único del realizador se nos muestra una Roma mágica y eterna con sus gentes y sus pequeñas historias en las que los estereotipos siguen existiendo y en el que lo surrealista está a la orden del día. Para poder contraponer sus historias hace un uso magistral de un falso montaje cronológico muy del estilo de las películas de vidas cruzadas (aunque en este caso sean paralelas) dotando de una fluidez exquisita a las escenas aparentemente inconexas.

 

         Cabe mencionar, que la aparición personal de Woody Allen, el cual no aparecia delante de las cámaras desde 2006, hace que el film nos resulte más divertido y entrañable. En definitiva, para ir sobre seguro, nada mejor que un clásico con el que tenemos aun la suerte de contar entre las filas del arte. 

 



Por Silvia García Palacios