Está más que claro que el género de moda de los últimos años está siendo el denominado postapocalíptico, sobre todo, si se le añaden muertos vivientes, lentos o veloces. Una mitad de ejemplos comparte la temática de que el ser humano es el mayor peligro y la otra se dedica al espectáculo, violento y/o cómico. Àlex y David Pastor ofrecieron uno de estos ejemplos con "Carriers" (2009), cinta que, pese a pertenecer al primer grupo, tuvo poco que decir. Con "Los últimos días" (2013) han tenido otra oportunidad y se han podido atisbar, aunque ligeramente, más temas.
Ambientada en una Barcelona contemporánea, la película tiene como punto de partida una infección que afecta prácticamente a toda la humanidad. En lugar de tener devoradores de cerebros o enfermos de rabia, cosa que se agradece, aquí hay una agorafobia extrema que provoca la muerte a aquel que sale al exterior. Alternando los primeros días del brote con la historia principal, que sucede tres meses después, se tocan por encima un par de temas bastante interesantes.
El principal problema de "Los últimos días" es que dichos temas, que son: el traer o no una vida a un mundo en decadencia y el simple, pero a la vez complejo: “¿Para qué vivir?”, se dejan entrever demasiado poco a lo largo de toda la odisea que el protagonista, Marc (Quim Gutiérrez, "Primos", 2011), vive junto a su compañero Enrique (José Coronado, "No habrá paz para los malvados", 2011). Un poco más de profundización en ambos hubiese aportado bastante al conjunto, pero aún así se agradece que haya algo en lugar de no decir nada en absoluto.
Dejando eso a un lado, está claro que el principal aliciente es ver localizaciones de Barcelona, desde su metro hasta su skyline pasando por un centro comercial, como escenario principal. Esto también se agradece por dejar a un lado los típicos escenarios en este tipo de historias como New York o Los Angeles al tiempo que aporta un poco más de entretenimiento y diversión, obviamente más, si se conoce bien esta ciudad. Si no, no deja de ser curioso cómo se han adaptado ciertas localizaciones y modificado digitalmente otras sin tener nada que envidiar a otras superproducciones.
Lo más intrincado del film: el paso de escenas verosímiles a otras que puede costar creer está realizado correctamente, de modo que, aunque parezca demasiado épica una batalla entre dos bandos de un centro comercial, esto se integra bastante bien en el conjunto y lo único que puede llegar a descolocar es una pequeña escena en la que interviene un oso del zoo de Barcelona (será que recuerda demasiado a la extraordinaria "Doce monos" Terry Gilliam, 1995).
Teniendo en cuenta todos estos factores, "Los últimos días" termina siendo un título que entretiene bastante de principio a fin tanto por la curiosidad de ver cómo se ha creado una nueva sociedad en tres meses, como por la historia del personaje principal. Aunque su estructura narrativa parezca innecesaria, esto se compensa con la intriga ante la resolución final que, aunque peque de emotiva, consigue un desenlace agridulce que también destaca satisfactoriamente de entre los habituales finales bipolares.