Ya son 32 años, 32 ediciones disfrutando de uno de los mejores festivales del panorama catalán, L’Alternativa, Festival de Cinema Independent de Barcelona y son incontables noviembres reservados para acudir a la cita ineludible de las mejores obras del momento, revivals imprescindibles y homenajes de lujo.
Nuestro viaje anual empezará como es tradición con un repaso de la sección oficial de cortometrajes, tanto nacionales como internacionales, un deleite personal que cada año nos permitimos, un descubrimiento en cada pequeña obra que demuestra que un cine alejado de comercialismos es más que posible.
La selección del 2025 a nivel nacional no ha podido saciar más, con una ecléctica elección a todos los niveles, ha resultado sin duda una de las más satisfactorias del programa oficial, haciendo las delicias de todas las asistentes.
La comedia ha tenido un lugar bastante notorio, sin ir más lejos el cortometraje que dio el pistoletazo de salida, Puriykachay de Rocío Quillahuaman sabe alternar una finísima ironía migratoria con el choque cultural en un trabajo de animación simple que combina imagen real y se vehicula con una voz en off de la propia creadora. En la misma línea encontramos Handy Love de Júlia Marcó, la cual con el simple subterfugio de audios de amiguis construye con imágenes del malecón Cubano una historia de desamores, un amor no correspondido y unas opiniones sinceras y divertidas, un maravilloso retrato de una protagonista que está en tercera persona hasta el final y que vuelve al origen de su tesitura para encontrarse como en casa.
Una relación consolidada durante el confinamiento es el contexto que utiliza Una trabaja, la otra no Maider Fernández Iriarte, otra obra en la que la comedia irradia las escenas que sacan a la luz dinámicas domésticas interesantes como el título ya anuncia nada sibilinamente. Un trabajo de escuela que supo aprovechar al máximo el tiempo de reclusión no voluntaria y plantear la dicotomía de los tipos de trabajo, el más “artístico” versus el más “administrativo”, quien curra y quien no? Cada una sacará sus conclusiones.
Como las conclusiones a las que cada una quiera llegar con la sarcástica Fiesta de aborto de Julia Mellen, otro cortometraje que combina animación básica por ordenador casi a modo de videojuego de reconstrucción episódica con una ventana flotante en la pantalla de la narradora y protagonista y narradora, toda acelerada y sin pelos en la lengua la cual habla sobre su experiencia con su segundo aborto en EEUU, critica descarada, descarnada y libre, cómo tiene que ser. Otra fiesta, y en esta ocasión popular, encontramos en Ziarraize. Realizada por los Habitantes d'Aurizberri-Espinal esta apropiación o reapropiación de todo lo que significó y significa ser bruja se recoge con un nivel satisfactorio de comicidad por parte de todes, los hombres en la inopia, las mujeres naturalmente diabólicas y la celebración ante todo.
Aparcamos el sentido del humor, válvula de escape donde las haya y pasamos a otra fórmula ante las injusticias; nos adentramos en las relaciones humanas, la memoria compartida, la historia a reivindicar. En ese sentido, combinando nostalgia y nuevos recuerdos en Pende de un hilo de Celia de Coca, un delicado tejido cinematográfico que, a través de la textura de las telas y de las voces atemporales crea una telaraña bucólica de pisadas vitales. Una huella que dejan aquellos que yo no están o que nos arrebataron como La costumbre del trabajo de Luis Morla, asi como Recuerdos para el que por mí pregunte de Fernando Vílchez Rodríguez nos demuestran. El primer trabajo nos traslada a Galicia, Ferrol, el segundo a la Rioja, en común, asesinatos impunes alrededor de la dictadura así como los rastros epistolares que se salvaron del silencio, muy a pesar de algunos. Ya fueran sindicalistas, ya fueran rojos, o simplemente señalados, muchos perdieron la vida injustamente. Una rabia difícil de gestionar que grita por no desaparecer, por no desmerecer su memoria.
En A. de Ramon Balcells recorremos los recuerdos a la recuperación de éstos a partir del último circuito por una casa ahora fantasmal donde casi se puede palpar lo vivido. Un trabajo íntimo de evocación mediante el espacio. La memoria es también un gran personaje principal en Las manchas del jaguar de Ricardo del Conde y su trayecto de superación con la fuerza del animal que representa lleno de simbología. Como de esa carga alegórica de la que se cargan los objetos, como en el caso de Cómo suspender una bandera de Adolfo Vincenzo, un trabajo cargado de la contradicción inherente que representa un hecho relatado con la mayor solemnidad contra unas imágenes insulsas a las que el viento arrastra. O la energía que sale de unas fotos veladas como ocurre en La fotografía velada es espacio para una propuesta de recuerdo de Sabela Eiriz.
Sin duda, hay que visualizar todo y a todes, en Las Territorias de Anna Brotman-Krass le toca el turno a Territorio Doméstico (TD), un colectivo de activismo político el cual da voz a las personas del ramo de la limpieza y para más volumen, migrantes. A partir de la parte por el todo, el film es capaz de proponernos el ejercicio, el necesario ejercicio de conocer, sentir y acompañar, a la postre, aprender. Las obras de colectivos están haciendo grandes avanzadillas para posicionarse en las parrillas de los festivales, otro ejemplo lo hallamos en Bang Bang Stefi! de Col·lectiu Supervuiteres, una oda creada en Barcelona con el western como herramienta y el cuerpo como transmisor.
La naturaleza también ha tenido su papel protagónico dentro de la sección oficial, sin ir más lejos, De interés insular de Marta Torrecilla es una pequeña pieza que con pocos elementos, una laguna secándose a través del tiempo versus una piscina turística, denuncia claramente la idiocia económica que se perpetra en las Canarias. Y continuando en las islas, Un dragón de cien cabezas de Helena Girón, Samuel Delgado y Samuel Martín Delgado, un corto que sitúa en un platanar el Jardín de las Hespérides, una posible ubicación en la que retumban sonidos vegetales y conversaciones eternas.
Y para impertérrito un accidente geográfico, como el de Geometría básica de la montaña del Montsianell de Antoni Grañana. Divertido, irónico y mordaz, esta comparativa del monte con teorías geométricas y dadaísmo teórico demuestra que cuando se quiere se puede hacer de algo a priori nimio, una, valga la redundancia, una montaña. Y es que Las entrañas saben lo que la razón no entiende, o por lo menos eso nos enseña Alberto Lobelle en su obra, la cual mantiene un monte y una barca de pescadores como compañeros de viaje de un plano fijo, como tercer elemento, la anécdota de cómo se aprendía antes, algo tan duro como la roca que crea el horizonte. El turno de los pájaros llega con Creo que dije «sí» de Pere Ginard, un experimento sobrio pero contundente. Para finalizar este camino por la natura, el viento también ha tenido su rinconcito y Tramontana de Martí Madaula Esquirol homenajea a través de la trasmisión oral a este viento catalán que por momentos, sabemos, puede ser bastante traicionero aunque no sabríamos qué hacer sin él…
La sección internacional de cortometrajes ha mantenido el listón, nutriéndose de experimentación cinematográfica, vindicación en imágenes y una maestría, digamos… Animal. Los grandes protagonistas de la selección de fuera de nuestras fronteras han sido Bamssi y Koki. Can y loro respectivamente se hicieron con sus respectivas sesiones por derecho propio.
Bamssi de Mourad Ben Amor y Fairuz Ghammam nos habla de alguna forma de la resistencia pacífica, de la comparativa de realidades y de la universalidad del amor por los animales, algo que en cierta manera nos hace iguales a muches. La simple aparición de su acompañante vital perruno es una oda a la alegría de vivir. Excelente pieza que esconde un clamor reivindicativo en la simplicidad. Sin salirnos de los cánidos ni de la cotidianidad, encontramos en Vida corriente de Yoriko Mizushiri una animación japonesa en la que el tiempo pierde su valor lineal, si alguna vez lo tuvo y el aquí y ahora es toda la realidad que existe.
Nuestro siguiente protagonista es Koki del film Koki, Ciao de Quenton Miller. En un zoo vive un famoso loro, uno que alegan fue el diplomático insigne del ex líder de Yugoslavia Tito, así pues, los turistas no cesan en su captación fotográfica y en animarlo a replicar lo que antaño aprendió. Esta obra experimental y autobiográfica va más allá y a parte de plantear la duda obvia, si realmente es el loro Koki, indaga en la propia percepción de si mismo del loro enjaulado, un animal al que se le ha relegado a ser un usurpador de identidad sin la cual sería ninguneado en su cárcel de metal. Un cierto patetismo sobrevuela las imágenes y una tristeza se asienta en las espectadoras.
Bueno, no todo es blue, también ha habido lugar para la contemplación y otro tipo de aves con Lecciones de vuelo de Cecilia Araneda, un film artesanal que aporta el estudio del vuelo del colibrí corona verde o Memory Is An Animal, It Barks With Many Mouths de Eva Giolo, en la que el animal es la comunicación humana y su coprotagonista la boca como agujero casi fantástico del que emergen sonidos que nos interpelan, en este caso, un idioma en desuso, un misterio a resolver que solo los infantes parecen valorar.
También se ha dado mucho valor en la selección internacional al amor, a todo tipo de amor y esa bonita libertad. Algo que refleja Al sol, lejos del centro de Pascal Viveros y Luciana Merino mediante una historia que podría tildarse de voyerista, sin connotaciones peyorativas, a través de un intrincado zoom hacia la ciudad y en búsqueda de la belleza relacional entre dos mujeres. En sentido contrario y con roles intercambiados en cuanto quién mira (o vigila) a quien se halla Apt Mgr de Ian MacInnes, una relación tormentosa y no correspondida entre casero y director que deriva en puro dadaísmo. Un descanso lo tenemos en el film matrimonial Retrato de invierno de Fernando Saldivia Yáñez, en el televisor un documental que hablaba de la pareja, alrededor las paredes y la ventana que conforman su vida juntos, una unión que reivindicó el idioma indígena mapudungun. Y siguiendo con la lucha por la visibilidad, Las Catas de Adrian Garcia Gomez, una maravilla que, sinopsis en mano, explora la maternidad, la feminidad y la construcción binaria del género desde una perspectiva queer latina, y es que es la mejor explicación para esta composición que introduce múltiples estilos, animación sobre imagen real, referentes de películas como Mouchette o la Semilla del diablo… Referentes alrededor de personajes significativos de la infancia en la que la identidad y la maternidad flotan. El amor filial tiene más ejemplos como en El niño de mamá de Naomi Noir, una animación en la que la frustración va in crescendo ante una burocracia que desestima lógica y humanidad así como en Margen de sutura de Armagan Uslu donde se fragmenta una tela para volver a unirla como símbolo metafórico de la psique de esta madre, una reestructuración vital necesaria. Como necesario es el amor a la tierra, algo que demuestran con el brazo bien alzado en Abajo y a la izquierda de Martín Baus; la tierra es comprada y utilizada sin piedad y sin tener en cuenta quien la respira y quien la ha cuidado hasta ahora, para muchos una analogía del aparente desprecio del primer mundo hacia el resto. La izquierda parece ser un camino interesante a tomar (o mantener).
Sin salirnos del paseo por otros horizontes, hallamos obras que tal parece que desean, y consiguen, moldear la cinematografía. Este es el caso de Himno a la plaga de Ataka51, un trabajo de corte fantástico que se apodera de un antiguo estudio de grabación soviético en el que la música y las desapariciones nos adentran en un ambiente casi apocalíptico con toques linchianos. Para seguir con el ritmo, Diluvio de Meejin Hong, obra que describe entre lineas y formas en cambio perpetuo, la psique humana o Unas bolitas de mercurio de Andrea Marquez en la que los minerales son archivo memorial dignos de un museo; como meta y museístico es Fever dream de Timoteus Anggawan Kusno el cual se nutre de imágenes dentro de imágenes para perpetrar una alegoría de la vida teatro.
Coreografía de luz de Homa Sarabi tambíen lo enmarcaríamos en esta subsección meta ya que, a través de la comparativa film-cuerpo crea una nueva forma de narración… O creación. Como la que existe muy floralmente en Diario de verano de Cristal Buemi y Francisca Duran, un stop motion que te invita a navegar por los sonidos y los esqueletos de un jardín, atrapado, paso a paso, por el celuloide.
El cine tiene mil propósitos, uno de ellos ha sido el protagonista de la selección, la historia recuperada (a recuperar) , una que por momentos parece imperativa en los tiempos que vivimos. La balandra de Matías Lima se monta un thriller a través de un mensaje en una botella a caballo entre el romance y el fingido desconocimiento. Posdata de Faraz Anoushahpour, Parastoo Anoushahpour y Ryan Ferko prefiere recuperar metraje perdido y crear un misterio alrededor del mismo y las circunstancias de su desaparición junto con el director de la obra en un accidente de helicóptero. las imágenes cobran una significación impropia pero inevitable por su tempo. Eso dijo un cadáver de Yace Sula deriva su andadura alrededor de un bautizo, a la historia vital que se resiste, principios y finales. Y tras una boda se esconde la inquietante Capitol Limited de Lily Ekimian Ragheb y Ahmed Ragheb, ¿una crítica velada al matrimonio?.
Damos el punto y final de la crónica de cortometrajes con Suspicions About The Hidden Realities Of Air de Sam Drake, otra crítica pero nada escondida acerca de unos experimentos con radiación humana durante la Guerra Fría. Una obra experimental que rezuma el polvo del que versa, que remite a mantener con vida lo que algunos mataron y a no olvidar por muchos que quieran.