Primera parte de la crónica del 27th TIFF

27TH TIFF CRÓNICA, 2014/10/23-2014/10/26

      La edición número 27 del Tokyo International Film Festival(第27回東京国際映画祭), ha sido un evento multifacético, realizado al tiempo en tres enclaves diferentes y con más actividades paralelas de las que nadie sin el don de la ubicuidad podría cubrir. Ha contado con degustaciones culinarias de los chefs más reputados de Japón, una sesión de Kabuki, presentaciones de los doramas de las próximas temporadas televisivas, un certamen internacional de cosplay, eventos musicales, ruedas de prensa, premieres mundiales, charlas, retrospectivas y hasta un Patlabour escala I:1 en un camión militar. La ceremonia de apertura fue de tirar la casa por la ventana. No solo aparecieron todos los invitados esperados (Lasseter, que un par de días después daría una charla dentro del marco de actividades Cool Japan, a la cabeza), sino que también aparecieron sin previo aviso los mismísimos Arashi(嵐), el primer ministro Shinzo Abe (安倍晋三) o su alteza imperial, la princesa Takamado.


      Frente a esa desbordante cantidad de posibilidades y como columna vertebral del festival, las proyecciones de los films seleccionados en los cines Toho de Roppongi Hills. En los 9 días que ha durado el festival, se han proyectado aproximadamente 200 films, a los que han acudido un total de 44.706 espectadores. Aún así, si comparamos esta cantidad con los aproximadamente 200.000 visitantes que ha tenido el festival, nos daremos cuenta de una realidad: Las proyecciones queda superadas en una proporción de 4 a 1 con respecto al resto de actividades.

Teniendo esto muy presente, y teniendo en cuenta que al fin y al cabo que de lo que se alimenta un cinéfago es de celuloide, decidí priorizar las proyecciones por sobre toda otra actividad. Y no es que no probara la hamburguesa teriyaki ni que no viera desfilar a los campeones cosplayers de Brasil encarnando a los personajes del anime de culto FLCL, es que a fin de cuentas, pocas cosas hay mejores que ver una buena película vista en una sala de cine y con un café de la mano.

 

      Como etapa previa al visionado de los films, acudí a la rueda de prensa que dio el jurado responsable de la sección a competición. Los seis miembros conformaban un mosaico variopinto y plural. James Gunn, John H. Lee, Robert Luketic, Erik Khoo, Debbie McWilliams y el director y cómico Hiroshi Shinagawa derrocharon buen humor y bromas. Para la mayoría de ellos, ésta era la primera ocasión en que formaban parte de un jurado, aunque tenían muy claro cual era el criterio que iban a utilizar para seleccionar el film ganador: No pensaban dejarse inflúenciar por ninguna información previa respecto a los films. Querían llegar a los visionados con ojos vírgenes y tratar a todos los films en igualdad de condiciones. Igualmente, y aún con ciertos matices, estaban todos de acuerdo en que no buscaban maestría o técnica, buscaban el film que mejor funcionará, que fuera capaz de hacer sentir, de enseñar, de entretener, de ofrecer cosas nuevas. En definitiva, de provocarles una fuerte respuesta emocional.

El apocalipsis se desencadenó cuando se les pidió que citaran sus directores de referencia. Después de casi 10 minutos de letanía en la que circularon en procesión desde Kieslowski hasta Leone, pasando por Polanski, Disney o incluso los hermanos Scott, Gunn tuvo que poner fin a aquella locura y renunciar al despropósito de citarlos a todos.

 

      En el recuento final son 20 los films a los que pude asistir. Casi todos ellos de la sección a competición y del Japanese Cinema Splash, que me parecieron las secciones que mejor definían el carácter del festival. Lamento profundamente no haber podido acudir a la retrospectiva de Hideaki Anno, pero se desarrollaba en Nihonbashi, que quedaba un poco lejos, y eran pases a los que la prensa no estaba invitada. Aún así, no pierdo aún la esperanza de poder ver algún día su versión de Ultraman.


      Y sin más, paso a reseñar los 8 primeros films que constituyen esta primera parte de la crónica:

 

 

Walking with My Mother(抱擁, Katsumi Sakaguchi(坂口香津美), Japón, 93’, Japanese Cinema Splash):


    Documental extremadamente valiente o catártico, eso solo el director lo sabe, en que registra la decadencia que le acontece a su propia madre por motivos de la edad. Descripción cruda y casi en primera persona de los sinsabores de la vejez que deja, sin embargo, una puerta abierta al optimismo. Aún cuando en un principio Suchie(78) se hace algo anodina y molesta, según avanza la cinta, no puedes evitar cogerle cariño a la señora. Remarcable como el entorno social de Suchie acude en su ayuda cuando más lo necesita.


    Cinta rodada cámara en mano por el propio Sakaguchi de una manera muy casera, aunque no exenta de valores artísticos.

 

Pale Moon(紙の月, Daihachi Yoshida(吉田大八), Japón, 126’, Competition):


    Única cinta a competición Japonesa. Su director, Daihachi Yoshida, debutó en la edición 46 de la Semana Internacional de la Crítica de Cannes con el film Funuke Show some Love(腑抜けども、悲しみの愛を見せろ), un retrato costumbrista de los institutos Japoneses y la adolescencia. El film que nos trae esta vez es una obra sólida, que nos muestra un absoluto dominio del plano, la composición y el ritmo. Pero más allá de todos los aspectos técnicos, es una obra con mensaje. La protagonista, Rika, es brillante y atractiva, pero ninguneada tanto en casa como en el banco en el que trabaja. Vive inmersa en una sociedad de lujos reservados para aquellos con poder adquisitivo. ¿Por qué ha de conformarse con el papel que se le ha asignado cuando ella puede aspirar a mucho más?

    Cinta muy crítica con el rol de la mujer en la sociedad Japonesa, la sociedad de consumo y las clases sociales. Mensaje universal y muy actual que, en mi caso, consiguió una identificación total y muchas ganas de hacer saltar el sistema en pedazos. Totalmente recomendable para cualquier tipo de cinéfilo.

 

    Especial atención a la actuación de Rie Miyazawa(宮沢りえ) en el papel protagonista. Su personaje es creíble y la evolución acertada.

 

The Days Come(Les Jours Venus, Romain Goulip, Francia, 85’, Competition):


    Bizarrada de Romain Goupil en la que el director rueda una película sobre él mismo, que quiere rodar una película. Autoretrato ficcionado y esperpéntico en que el director de 65 años tiene que hacer frente a unos hijos descreídos de los ideales del 68, un conjunto de viejas glorias socialistas, jovencitas seductoras y el miedo a morir. Todo ello salpicado de momentos surrealistas.

    Goupil se nos manifiesta como fiel discípulo de la Nouvelle Vague y, en particular, de Godard en una cinta llena de ese humor negro que solo los Parisinos saben ejercer. Disfruto la cinta por mi relación París y porque soy gente de cine, pero me pregunto si el resto de la sala tiene todas las claves para entender la propuesta o es, por el contrario, una obra de público reducido. Para los amantes del metacine.

 

Kyoto Elegy(マンガ肉と僕, Kiki Sugino(杉野希妃), Japón, 94’, Asian Future):


    Opera prima de la actriz Kiki Sugino. La cinta, de bajo presupuesto, es correcta. Aunque todo está en su sitio, la historia no acaba de cuajar y el mensaje se desdibuja por momentos. El valor de la cinta reside en el retrato descarnado que hace de la lucha de géneros en el Japón contemporáneo y la figura del hombre como tirano de la mujer. Aunque es el personaje de Takahiro Miura(三浦貴大), Watabe(ワタベ), el hilo conductor de la historia, son las tres mujeres de su vida los personajes principales de la cinta. Los paralelismos con Pale Moon hacen sospechar en una constante.

    Aún cuando no me gusta ser crítico con las cintas, no puedo dejar de comentar que la mezcla sonora necesita un ajuste. Las músicas entran a un volumen desproporcionado que, al menos en salas, daña a los oídos.



Test(Ispytanie, Alexander Kott, Russia, 96’, Competition):


    Sorprendente cinta que llega como toda una revelación. Sin diálogos, pero con una fotografía y una banda sonora deslumbrantes. El director parece empeñado en que cada plano sea una preciosa postal que se pueda disfrutar como pieza independiente. Incapaz de describir con justicia el film, pero quiero dejar claro que hablamos, ante todo, de un cine de sensaciones.

    La cinta relata la trayectoria vital de una adolescente en las praderas del Kazajistan de los 40’s. Todos los aspectos de la cinta( arte, actores, fotografía, sonido, montaje) están cuidados hasta el punto del delirio. Y entonces, en la última escena, ¡se nos obliga a replantear todo el film!

 

    No daré muchas pistas al respecto para no estropear la sorpresa a los espectadores, pero el debate “analógico versus digital” está en el aire. En cualquier caso, es un film que hay que ver.

 

River Road(家在水草丰茂的地方, Li Ruijun, China, 103’, Competition):


    Adikeer y Bartel son dos niños de la etnia minoritaria Yugur que, al terminar el colegio y a la muerte de su abuelo, han de montar en sus camellos para reunirse con sus padres allá donde las estepas son verdes.

    Cinta a medio camino entre el cuento y la crítica social que nos habla de la pérdida de identidad y del contacto con la naturaleza. Impresinante el acting de los niños. Cuando se le pregunta posteriormente al director, éste responde que el mayor no era ni siquiera actor, sino miembro de la etnia Yugur.

 

    Película entretenida y que invita a la reflexión. En el lado negativo, la cinta, en ocaciones, se vuelve sobre-expositiva.

 

Melbourne(Nima Javidi, Irán, 91’, Competition):


    Cinta extremadamente ingeniosa que en un solo espacio y con tan solo dos personajes principales, a partir de una premisa inicial es capaz de mantener la tensión durante hora y media. Sin entrar en detalles para no contar demasiado, el film es tremendamente incómodo. Algo así como “Very Bad Things” pero sin humor.

    Nima Javidi se nos revela como un director en pleno dominio del ritmo, capaz de jugar con el espectador y llevarle por donde quiere. Al final, los personajes toman una decisión cuestionable que puede dar tema para un buen debate post-visionado.

 

Ice Forest(La Foresta Di Ghiaccio, Claudio Noce, Italia, 107’, Competition):


    Primera obra netamente de género que tengo oportunidad de ver dentro del festival. Cinema Noir sucio y tenebrista en el que la fotografía ayuda a crear ambiente. Trama complicada que se desarrolla en la frontera entre Italia y Yugoslavia y que hunde sus raíces en la guerra entre Bosnia y Croacia. Por momentos, no sé muy bien por qué, quizá por lo cruento y marginal de sus personajes, me recuerda a la ya lejana “Tierra” de Julio Medem.