Todo vuelve. Si algo está marcando esta última década en lo cinematográfico y lo televisivo, son los regresos, esperados o no. Pero si hay algo que probablemente no estaba en la quiniela de nadie, era el regreso de Toxie.
El vengador tóxico de Macon Blair, estrenada 36 años después de la original y 25 de la última entrega – tras dos años buscando, y con razón, quién la distribuya – nos llega ahora con la difícil misión de adaptar a las “nuevas sensibilidades” una saga célebre por su absoluta falta de sensibilidad de ningún tipo. Y esto tiene su mérito.
Resumiendo para quien no lo conozca: El vengador tóxico nos cuenta la historia de un conserje, Melvin entonces, Winston ahora, al que la vida lo lleva a aterrizar en una piscina de residuos tóxicos ataviado con un tutú. Lo que, como cualquiera en los 80 habría imaginado, lo transforma en una masa de músculos deforme comprometida a hacer el bien de la manera más sangrienta y grotesca posible.
¿Y cómo cuadrar esto en 2025? Pues todos los implicados lo tienen claro: Tirándose de cabeza al fango sin miedo a un ridículo que, en estas circunstancias, es casi inevitable. Blair sabe que ya no son los 80 y reajusta el contenido de la película con unos cambios que enfadarán a más de un fan de la Troma pero serán bien recibidos por los neófitos: especialmene en la erradicación casi total del sexo gratuito y en una afinada puntería a la hora de repartir la crueldad: aquí las barbaridades las sufren abusadores inmobiliarios o unos sosías de Proud Boys casi tan idiotas como los verdaderos, así que todo correcto. A cambio mantiene un nivel de gore bastante generoso generoso – demasiado digital, si me preguntas y siempre cartoonesco – un humor estúpido incesante que falla más de lo que acierta, y el extraño encanto de Tromaville, ese estercolero donde el caos más absurdo es el pan de cada día. Aquí The toxic avenger despliega su encanto como lo hacían las cintas de Lloyd Kaufman: bandas de nu-metal pluriempleados como sicarios, pájaros mutantes y vertederos radiactivos forman parte del día a día en la ciudad. El mayor acierto sin duda de Blair es mostrarnos que, tan mal nos va como sociedad, que muchos de los problemas que nos asolan en el mundo real pueden colar perfectamente por las penurias que tienen que sufrir los habitantes de Tromaville. Y nosotros no tenemos vengador que nos ayude.
Que Macon Blair, uno de los actores dramáticos más infravalorados de los últimos años, como sabemos los que hemos visto Blue Ruin, esté detrás de esta chaladura retro más propia de Steven Kostanski o los Whisell ya es algo, como mínimo curioso. Y aún más que haya liado a Peter Dinklage o Kevin Bacon (no tanto a Elijah Wood, que ya protagonizó la primera película de Blair y que está construyéndose una filmografía que debería estudiar un psiquiatra) para participar en semejante despropósito. Pero la pandilla viene con todo y el compromiso del reparto a la hora de hacer el mamarracho es total. Dinklage, ya sea poniendo una nota dramática como el desdichado Winston o marcándose un karaoke de Motörhead cubierto de látex verde, hace todo lo que está en su mano por mantener ésta locura a flote. Y en cierto modo, lo consigue. El resto del reparto, tanto Jacob Tremblay y Taylour Paige poniendo un poco de cordura como los mencionados Wood y Bacon pasándoselo pirata, ponen su granito de arena, siendo decisivos para que ésta película acabe llegando a salas y no acabe en el fondo de cualquier catálogo.
Está claro que El vengador tóxico no es una película para todo el mundo. Es una de esas películas que prácticamente no te atreves a recomendar. Tampoco lo ha sido nunca ninguna película de Troma, así que todo está en su lugar. Blair y su pandilla basura han querido hacer una película de las que ya no se hacen (y cuando se hacían, no se veían en el cine) y me parecería igualmente comprensible que alguien disfrute rememorando aquella época o que se alegrará de que haya quedado lejos. Si la mezcla de humor preescolar, slapstick ultraviolento, escatología, feísmo ochentero, con un carisma incomprensible y un poco de corazoncito te resulta apetecible, este moco verde te va a encantar. Si piensas que el cine debería ser otra cosa, creo que Paul Thomas Anderson tiene un estreno en la sala de al lado. Y el tiempo y la taquilla le dirán a Toxie si hay sitio para héroes tóxicos en los absurdos años 20.