El simple hecho de enfrentarnos a una comedia de acción dirigida por el afamado director de películas del porte de Requiem for a dream, The fountain o la más recientemente laureada, The Whale es una prueba difícil de asumir pero ante la cual sabemos a qué atenernos, o eso nos pensábamos, y es que nada nos había preparado para el visionado de Caught Stealing.
Bala perdida, con esta increíble traducción en su versión española, es un film al puro estilo de Guy Ritchie sin su ritmo y carente del carisma que muchos de sus personajes suelen desprender, a excepción de Bud, el gato (absoluto crack). De la trama, poco que destacar, nos vamos a los noventa, Nueva York, el vecino de Hank le deja su felino a su cuidado en su ausencia, hasta ahí ningún problema para este camarero obsesionado por el béisbol; empero (sorpresa, sorpresa), este simple hecho, a lo que se une ser un buen vecino, conlleva un torbellino de muerte y dolor para el pobre humano. Por supuesto, no sufráis demasiado, por muy oscuro y angosto que parezca el asunto, todo tiene su parte positiva, esto ayudará al sufrido rubiales a superar sus traumas, perder inocencia y madurar, si es que, en el fondo, si lo pensamos, la película es un coming of age…
Por lo demás, Caught Stealing parece más una reunión de viejas y no tan viejas glorias dentro de una comedia llena de clichés. El elenco a celebrar pasa por Griffin Dunne (Un hombre lobo americano en Londres), Carol Kane (La princesa prometida), Regina King (Jerry Maguire), Vincent D'Onofrio (La chaqueta metálica), Liev Schreiber (Esfera) y Matt Smith (siempre será el 11o Doctor) entre otros, guardandonos el gran cameo final para vuesa grata sorpresa. Y con ellas no tenemos queja, el escollo se haya más cercano al guión que a su interpretación -de hecho, el propio Butler no lo hace nada mal-, los personajes que van desfilando parecen sacados de un estudio sociológico de tribus urbanas o de un chiste malo, lástima que el final no nos acabe de hacer gracia.
A la postre, es mejor pensar que esto no es otra cosa que una comedia negra, un Ritchie con algún que otro toque de los Coen y dos pinceladas de su director real, y no darle más vueltas a ello, porque si queremos darle algún tipo de explicación grandilocuente por estar firmada por quien está, la navaja de Occam acabará venciendo. Pero, no nos desanimemos, ahora sabemos a lo que vamos y la caída no será desde un punto tan alto, con lo cual, tener un producto “menor” de Darren no dolerá tanto. Concentrémonos en ver un entretenimiento liviano (muy liviano) estadounidense celebrando su sinsentido intrínseco y la píldora pasará más fácilmente.