La familia feliz y la profundidad topológica de la realidad
Golpe en la Pequeña China (1986, John Carpenter)

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Original

La Familia Feliz es un plato típico de los restaurantes chinos patrios que consiste, más o menos, en mezclar toda  serie de ingredientes propios de la cocina tradicional china (o al menos de lo que en España creemos que es la cocina tradicional china, lo cual daría para otro artículo posíblemente, no en esta web). Estos ingredientes se sirven en un plato o sarten que se lleva caliente y chisporroteando a la mesa donde los comensales disfrutarán bien de cada uno de los ingredientes, bien del combinado platillo en su conjunto.

 

La metáfora, no por obvia deja de ser menos cierta. Carpenter realizó con Golpe en la Pequeña China una Familia Feliz estilística y argumental. Pero me atrevería a decir que una Familia Muy Feliz, o al menos muy bien mezclada: mitología ancestral china, un héroe solitario occidental, artes marciales, un mundo oculto (y subterraneo), acción, comedia, fantasía y horror.

Esos mismos mimbres cogidos veinte años más tarde habrían dado un resultado formidable en crítica y taquilla. Sin embargo, en su momento tuvo el durísimo peso de la comparación con la saga de Indiana Jones, lo cual condeno al filme de manera inmerecida, si bien pronto recibió la calificación de “película de culto”, tan conocida a Carpenter.

 

A grandes rasgos el filme nos cuenta la aventura de un héroe bastante garrulo (un de nuevo estupendo Kurt Russel dando vida al camionero Jack Burton) en el submundo  del Chinatown de San Francisco. 

En este literal inframundo (literal, por cuanto se encuentra debajo del mundo conocido) nuestro héroe, con la ayuda de un par de amigos chinos y de una abogada metomentodo (Kim Catrall, años  antes de convertirse en una escoba para Sex and the City) deberá enfrentarse a peligrosos mitos, leyendas y monstruos de la tradición china, para evitar la boda de un incorporeo demonio que traería consigo el fin del mundo.

 

El tono general de la película es esencialmente de comedia, desde el carácter del protagonista (como ya he dicho, una especie de super-garrulo que no sabe del todo bien lo que hace ni donde se mete, aunque sale bien parado de casi todo) y terminando con el aspecto de los enemigos y el propio diseño de producción (neones ochenteros mitológicos). Se riega la naración unas cuantas secuencias puramente cómicas (la del ascensor tras beber una “poción mágica” es descacharrante por lo cotidiano del comportamiento), un par de peleas masivas de artes marciales, la presencia de Al Leong (el chino con melena que hace de malo en TODAS las películas de los 80, un montaje preciso un buen uso del scope y de la steady-cam y ya tenemos una de las películas más divertidas de la filmografía de Carpenter. Desgraciadamente, como ya he dicho, fue vapuleada por crítica y público sobre todo por la injusta comparación con la saga de Spielberg y el arqueólogo del látigo y el sombrero.

 

Pero me gustaría introducir una refelxión más, una que tiene que ver con toda la obra del director neoyorkino, que ya nombre en el artículo sobre los Rescates en NY y LA, y que subyace más o menos presente en cada una de sus películas: La coexistencia de varios planos de realidad.

En este caso, la coexistencia es inmediata y de índole casi topológico: ese nuevo plano de realidad ajeno al conocido (o real), pero que es el  importante  y espacio verdaderamente real del filme está literalmente DEBAJO del plano de la realidad conocida.

Osea, para acceder a él se debe bajar por alcantarillas, ascensores, atravesar cloacas...

 

Es a mi juicio, enormemente interesante ver como Carpenter había trabajado inicialmente con un guión de Gary Goldman y David Weinstein que desarrollaba la hitstoria en 1880 (nuevamente el western), pero que ya desde inicio contenía ese submundo de mitos ancestrales chinos. La intervención de un nuevo guionista (W.D. Richter) con la connivencia de la 20th Century Fox se tradujo en la actualización temporal de la película trayendola hasta nuestros días, si bien no se alteró ni un ápice ese concepto topológico del submundo o inframundo.

Así, bajo las calles de la conocida ciudad de la bahía, Carpenter nos enseña casi una nueva ciudad entera, con sus ríos, sus mares, sus habitantes y sus reglas; y con edificios, cuyo único acceso es a traves de ese nuevo plano inferior de coexistencia.



Por Pedro Torrijos